sábado, 22 de agosto de 2009

Pity

Porque su cobardía ha sido más grande, se muerde el labio inferior hasta hacerlo sangrar y no deja que cierta confesión abandone su lugar en lo más profundo y oscuro de su alma. No ha pronunciado esas dos palabras a pesar de que lo ha deseado tantas veces que ya hasta perdió la cuenta... Se ha contenido tan bien cuando esa persona le dedica esa diáfana sonrisa y le pregunta, con verdadera preocupación, si se encuentra bien... Se ha clavado las uñas en las palmas para evitar alzar los brazos y rodearle cuando lo ve tan cerca... Desvía la mirada, con el rubor arrebolándose en sus mejillas, cuando aquella persona bromea sobre el futuro que les espera juntos y sólo alcanza a pronunciar “torpe”, apenas de forma audible, porque teme que la voz se le quiebre ante su enfrentamiento con la desdeñosa realidad: que esa persona no es suya de la forma en que él quisiera.


Lo ha visto dormir y ha pensado en cuánto le gustaría que siempre se viera así de tranquilo y en paz, porque él sabe, por mucho que el otro lo esconda, que pasa por más cosas de las que dice, que tiene más preocupaciones de las que le comparte y por supuesto que quiere ayudarle, pero el otro jamás le ha dejado acercarse tanto; al menos no a él.


Se siente sucio cuando termina alguna ronda de sexo, porque nunca ha visto el rostro de la persona con la que está en el momento; su mente está lejos, se ahoga en la lujuria y el instante para tratar de no pensar en cuán feliz le haría que fuera otra la persona que un día llegara y le dijera que sin él no puede vivir; pero cuando está a punto de lograrlo, cuando la realidad se rompe en luces y el placer es tan fuerte que le paraliza, en ese instante lo ve, sonriéndole, esperándole, y sabe que no tiene perdón y que esa será por siempre su maldición.


Un día va a llegar a sus oídos el rumor sobre una celebración que va a terminar por destrozarle el corazón. Lo sabe. Y también sabe que debe de alejarse lo más pronto posible, porque su autocontrol no va a durar para siempre y un día va a terminar soltando las cosas de las que posiblemente se arrepentirá toda la vida; pero es que todavía no puede... aún no se siente capaz de darle la espalda a ese ser para marcharse lejos, a algún lugar en donde no pueda encontrarle. Por más que le duela, quiere tratar de aplazar esa partida, porque aunque ya sabe el final de esa historia, todavía no quiere llegar a él...


Al menos por unos momentos, quiere permitirse creer que no existe ese futuro aguardando a su puerta y que todo es un mal sueño, que siempre serán amigos y que jamás dejarán de estar juntos. Quiere creerlo, de verdad quiere creerlo; pero cuando se despiden y ve cómo el otro le da la espalda para tomar su camino a casa, recuerda que su tiempo con él es prestado y que es otra la persona destinada a estar su lado por el resto de su vida. Una persona que jamás será él, aun si cada noche le ruega y suplica a su dios lo contrario.



24-07-09

Faceless Angel

Atria

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