Pánico

Estaba en el lugar donde no pasa nada. Recién había terminado de darse una ducha y cerraba las ventanas de su dormitorio. El viento era agresivo, mecía violentamente las ramas de los árboles y ocasionaba ruidos chirriantes en su camino contra todo lo que se le atravesase. No había rastro alguno de la luna o de alguna estrella perdida. Los nubarrones mantenían oscurecida la ciudad.
Ella estaba sola en casa, como siempre.
- Seguro esta noche lloverá - se dijo, mientras secaba su cabello.
La música sonaba de fondo, amortiguando el ruido proveniente de afuera y sumiéndola en la total despreocupación. Sin embargo, en ése momento su perro comenzó a ladrar cuando el timbre sonó.
- ¿Quién podrá ser? Son casi las diez de la noche...
Su perro ladraba insistentemente y enseñaba los colmillos. No le daba buena espina esa actitud en él porque era un leal labrador de color crema, noble y juguetón, jamás agresivo.
- Creo que mejor no voy a ir a abrir - se dijo, cerrando la puerta de su habitación con seguro y tomando el celular rápidamente.
Le llamaría a algunas de sus amigas para que estuvieran en casa hasta que sus padres llegaran. No por nada veía películas de terror, si bien lo que había afuera podría no ser un fantasma, tampoco debía dejar de lado la posibilidad de que fuera un psicópata...
- ¿Amy? Hola, soy Miriam, oye ¿crees que podrías venir un rato? Estoy sola en casa y hay una película que renté y debes ver... Ok, te espero en 10 minutos, le diré a Becky y a Jennifer. ¿Les dices tú?... De acuerdo, aquí las espero.
Tras colgar, devolvió su vista hacia la puerta. "Umi", como se llamaba su fiel amigo, se había relajado notablemente y ahora sólo mantenía la mirada puesta en su dueña.
- ¿Se ha ido, pequeño? - le dijo, acariciándole con cariño tras las orejas -. De todos modos no nos vamos a arriesgar hasta que ellas lleguen.
Era precavida, así como una persona podía asustarse al ver una película de terror o leer una novela de suspenso, otros podían sentirse fascinados con ella al grado de repetir las mismas acciones que los villanos. Eso no se lo decían únicamente los programas de investigaciones policíacas, sino también su sentido común.
El viento continuaba soplando del mismo modo y a los pocos minutos una fina brisa comenzó a caer. No lo suficiente para empapar totalmente a los transeúntes, pero amenazaba con que sería una tormenta en un poco más de tiempo.
El timbre entonces volvió a sonar y Umi batía la cola alegremente, se apresuró a rascar la puerta.
- Deben ser ellas entonces, vamos, Umi.
Todas las luces de su casa estaban prendidas, tal como las dejaba apenas daban las siete de la noche. No había nada fuera de su lugar, nada que indicara que alguien había irrumpido en su casa. Pero cuando abrió la puerta con una sonrisa, su corazón se detuvo un instante: No había nadie.
- ¿Qué es esto? - se dijo, cerrando rápidamente la puerta de nuevo -. Umi, no es nada, ¿verdad?
El labrador comenzó a quejarse, sentado y mirándola fijamente, como si quisiera decirle algo. El sonido de alguna ventana rompiéndose en la parte de arriba de su casa la sacó de su trance y Umi volvía a adoptar la misma posición agresiva, gruñendo.
- Alguien se metió.
Buscó entre los bolsillos de su pijama y maldijo mentalmente al no encontrar su celular. Lo había dejado en su habitación. Se apresuró a tomar el teléfono de la sala de estar y su angustia aumentó al no escuchar sonido alguno: La línea estaba muerta.
- Vamos, Umi, tenemos que irnos de aquí - dijo, atando al canino, y tomó su chaqueta del perchero -. Seguramente entró a mi habitación, por eso quisiste que saliéramos...
Cogió sus llaves y abrió el pomo de la puerta, mientras todas las luces de la casa comenzaban a titilar anormalmente. La lluvia se soltó con toda su fuerza cuando emprendía su carrera hasta la puerta de los vecinos.
- ¡Señor Danvers, ayúdeme, por favor, soy Natalie! - gritaba, tocando a la puerta con todas sus fuerzas, pero las luces estaban apagadas y nadie abría.
Umi volvió a ladrar, mirando amenazadoramente hacia el otro extremo de la calle. Natalie vio a una persona con un grueso abrigo negro y gafas de sol mirándola desde ahí. Saludándola con la mano.
Estaba aterrada, ¿sería alguna clase de psicópata? Vio todas las casas de la cuadra, no había nadie, las luces estaban apagadas y la tormenta no cesaba, incluso las luces de la calle titilaban, como si fueran a apagarse en cualquier momento y Umi no dejaba de ladrarle al sujeto que aparecía siempre al otro extremo de cualquier lugar a donde fuera.
- Está vivo, si está vivo sé que puedo ganarle - se decía, corriendo rumbo al supermercado que tenía las puertas abiertas las 24 horas de cualquier día de la semana. Ahí podría refugiarse hasta que la policía llegara.
- Natalie, deja de huir - le dijo la voz gutural de un hombre resonando por el espacio.
- ¡NO! Esto no está pasando - murmuró, tratando de convencerse a sí misma sin dejar de correr. No sabía qué era, pero tenía pánico. No quería morirse ni mucho menos iba a dejar que algo le sucediera a Umi. Tenía que seguir corriendo, pronto llegaría. ¡No faltaba mucho!
- A donde quiera que vayas será la misma historia - dijo el hombre, ahora enfrente suyo a unos cuantos metros de distancia -. Si te quedas quieta, prometo que no dolerá...
- ¡AHHHHHHH! - gritó la chica al ver el rostro desfigurado del hombre cuando se quitó las gafas. Estaba quemado y la piel rojiza presentaba un aspecto aterrador en conjunto con la mueca desquiciada del hombre que sostenía un cuchillo en las manos.
Emprendió la carrera internándose en los jardínes del parque a su derecha. Corría con todas sus fuerzas, ¡faltaba poco! Debía encontrar a un policía en el camino, por Dios Santo. Pero lejos de encontrar personas a su alrededor, sólo estaba ese hombre.
Tropezó con una de las baldosas salidas y soltó la cadena de Umi, quien inmediatamente se puso delante de su dueña, dispuesto a saltarle encima al hombre si se acercaba más.
- ¡NO, UMI! - chilló desde el piso cuando su perro saltó sobre su atacante.
El alarido que el pequeño dio cuando el hombre lo pateó fue demasiado para ella. Como pudo se puso de pie y volvió a correr.
- Umi, Umi - se decía, llorando -. ¡Por favor, ayúdenme, quien sea, por lo que más quieras, Dios, ayúdame! ¡Ah!
Había cientos de copias del mismo ser, rodeándola, mientras sonreían perversamente y enseñaban la cuchilla refulgiendo peligrosamente a pesar de la escasa luz del lugar. Natalie cayó hacia atrás, mirando aterrorizada cómo esas figuras se acercaban más y más, riendo, mirándola con una mueca de locura. Ella temblaba de pies a cabeza, ¡no podía soportarlo! ¡No quería morir!
- Nadie te va a ayudar - susurró el hombre, de pronto siendo sólo uno -. ¡MUÉRETE!
- ¡AYUDA! - gritó, cerrando los ojos con fuerza mientras se cubría el rostro con las manos...

De repente se levantó, respirando agitadamente mientras miraba a su alrededor, todavía con el pánico en las pupilas. ¿Había sido un sueño? Umi estaba a su lado, bostezando al haber sido despertado tan bruscamente. Natalie puso una mano en su frente, estaba cubierta de sudor y aún podía sentir el miedo corriendo por sus venas. ¿Qué clase de pesadilla había sido esa?
De pronto, Umi se apresuró hacia la ventana y comenzó a gruñir. Natalie se asomó rápidamente por la ventana y lo que vio le heló la sangre. ¡Ahí estaba ese hombre! Pero tan pronto como lo vio, desapareció ante sus atónitos ojos, despidiéndola con la mano...

Lol no sé, tenía ganas de algo así xD
Pero esta clase de suspenso no la he desarrollado nada, doy mis disculpas o.o
Nada qué contar de importancia, sólo que ando viendo una nueva serie de anime: Night Head Genesis *0*
Si pueden, véanla x3
Hasta pronto!