El pasado era oscuro y desconocido. Alguien estaba tocando el piano, y de pronto todo fue locura y desesperación; un violín mató la esperanza con su determinación y el viento, de nuevo, barrió el resto de aquella cosa llamada pertenencia. Las estrellas estaban mirando desde el cielo.
Ése fue el sueño. El destino fue remplazado por un pensamiento y, de pronto, todo lo que conocíamos era sucio y solitario.
Una vez en la vida, una vez más... ¿cuál era la diferencia? La tragedia permanecía de todas maneras.