Observar el dolor de alguien,
Sentir con él tristeza,
Contemplar el pesar
sin aliviarlo ni mirarlo.
¿Puedo observar la lágrima
sin el dolor?
¿Puede un hijo llorar
sin someterse a la pena?
Escuchar, indiferente,
El lamento, el temor de un infante
¡No, no!
Eso será posible.
¿Puede aquel que sonríe
oír los gemidos del ave?
¿Escuchar a sus pequeños necesitados?
¿Escuchar el llanto de los que sufren?
Sin sentarse junto al nido,
Rociando de piedad sus pechos;
Sin sentarse junto a la cuna,
Vertiendo llanto sobre las lágrimas del niño.
Y día y noche
secando nuestras lágrimas.
Oh, no, eso jamás será posible.
Nunca, nunca será posible.
Nos reserva a todos su alegría;
se transforma en joven;
se transforma en compasivo.
Él siente dolor.
Piensa, incapaz de suspirar un suspiro
Sin que esté a su lado;
Piensa, en no poder llorar una lágrima
Porque nadie más está llorando.
Ah, la alegría que nos destruye
Hasta que nuestro dolor se haya vaciado,
junto a nosotros se lamentará.
Día y noche, el tormento seguirá.
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