Su cuerpo estaba satisfecho, pero el resto de sí gritaba con disgusto, asco y agonía, que era un estúpido ingenuo; la clase de mierda por la que nadie se interesa. El espejo reflejaba una penosa y asquerosa imagen de sí mismo, jadeante, arrepentido e insoportablemente enojado: Una vez más, la persona acostada a lado suyo no era aquél al que él deseaba abrazar aun si sus ojos y cabello eran tan semejantes a los de ese alguien por el que casi todas las noches terminaba en la cama con un extraño.
Sí, era un famélico masoquista que no podía parar de evocar la imagen de aquella persona a la que quería entregarse... la sonrisa que deseaba cubrir con besos y palabras de amor murmuradas al oído.
¿Por qué jamás sería correspondido?
22-08-09
Extinción
Atria
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